México- La crisis del fentanilo es uno de los desafíos más apremiantes que enfrentan México y los Estados Unidos en su relación bilateral.
El fentanilo es un opioide sintético que es 50 veces más potente que la heroína y puede causar sobredosis fatales con dosis muy pequeñas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, el fentanilo estuvo involucrado en el 68% de las 110,000 muertes por sobredosis de drogas en los Estados Unidos en 2022.
El fentanilo se produce principalmente en China y se trafica a través de México por organizaciones criminales que aprovechan la alta demanda y los márgenes de beneficio en el mercado estadounidense.
El gobierno de los Estados Unidos ha instado repetidamente a México a hacer más para combatir la producción y el tráfico de fentanilo y sus productos químicos precursores, que también se importan de China e India.
En julio de 2021, una delegación de alto nivel de los Estados Unidos visitó México para discutir la cooperación en materia de seguridad y acordó trabajar juntos para abordar la amenaza de las drogas sintéticas.
Sin embargo, en septiembre de 2021, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que retendría más de 60 millones de dólares en ayuda a México, argumentando que el gobierno mexicano no ha tomado medidas efectivas contra el fentanilo.
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, desestimó el proyecto de ley como propaganda política y ridiculizó a los legisladores estadounidenses que lo respaldaron.
Dijo que México no necesita ninguna ayuda de los Estados Unidos y que está haciendo todo lo posible para combatir el fentanilo, también acusó a los Estados Unidos de ser hipócritas al criticar a México sin abordar sus propios problemas de consumo de drogas y tráfico de armas.
La tensión entre los dos países por el fentanilo ha planteado la pregunta de si los Estados Unidos podrían recurrir a una intervención militar en México para lidiar con los cárteles de la droga.
Algunos analistas han sugerido que los Estados Unidos podrían usar el pretexto de la seguridad nacional y la crisis humanitaria para justificar tal acción, como lo ha hecho en otros países como Irak y Afganistán.
Sin embargo, otros han advertido que una intervención militar sería contraproducente y arriesgada, ya que enfrentaría una fuerte resistencia del gobierno y la sociedad mexicanos, así como de otros actores regionales y globales.
Un escenario hipotético de intervención militar de los Estados Unidos en México tendría graves consecuencias a nivel nacional e internacional.
A nivel nacional, probablemente provocaría una reacción violenta por parte de los cárteles de la droga, que utilizarían sus armas y redes para atacar a las fuerzas estadounidenses y sus aliados.
También generaría una crisis política y social en México, ya que socavaría su soberanía y democracia y crearía divisiones entre diferentes sectores de la población, además, tendría un impacto negativo en el desarrollo económico y social de ambos países, ya que interrumpiría el comercio, el turismo, la inversión, la migración y la cooperación.
A nivel internacional, una intervención militar de los Estados Unidos en México tendría implicaciones para la estabilidad regional y el orden global.
Afectaría las relaciones entre los Estados Unidos y sus vecinos en América Latina y el Caribe, que probablemente condenarían tal acción como una violación del derecho internacional y los derechos humanos.
También crearía oportunidades para otras potencias como China y Rusia para aumentar su influencia y presencia en la región, ofreciendo apoyo y asistencia a México y otros países que se oponen a la intervención estadounidense.
Además, dañaría la credibilidad y la reputación de los Estados Unidos como líder y socio global, ya que sería visto como un agresor y violador de normas e instituciones multilaterales.
Por lo tanto, una intervención militar de los Estados Unidos en México no es una opción viable ni deseable para abordar la crisis del fentanilo.
En su lugar, ambos países deberían buscar fortalecer su cooperación y diálogo en cuestiones de seguridad, respetando la soberanía e intereses mutuos.
También deberían trabajar juntos para abordar las causas fundamentales del problema, como la reducción de la demanda y la oferta de drogas, la mejora de la salud pública y la educación, el fortalecimiento de las capacidades de aplicación de la ley y judiciales, la promoción de la inclusión y el desarrollo social, y el fomento de la cooperación regional e internacional.
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