Atenea ha soñado desde niña convertirse en dentista. Desde que veía a su padre vestido con la bata blanca de médico y a su tío caminar por su consultorio dental, aquella niña de ojos claros sólo tenía en mente estudiar la carrera de odontología.
Fue por eso que meses antes de graduarse de la preparatoria no pensó mucho para solicitar su ingreso a la Facultad de Odontología en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) de Mexicali, donde actualmente radica.
“Siempre me ha fascinado el mundo de la salud y estudiar odontología era un sueño”, dice Atenea Cervantes en el teléfono.
Por espacio de ocho meses la joven se preparó para presentar el examen de admisión. Estudió lo más que pudo y tomó un curso. En abril de 2013, faltando dos meses para la prueba, le informaron que ésta sería cambiada por una nueva. Por primera vez la UABC aplicaría el examen del Consejo Nacional de Evaluación para la Educación Superior A.C. (Ceneval), para suplir el Examen de Habilidades y Conocimientos Básicos (EXHCOBA) que regularmente aplicaban. Una especie de alerta interna se encendió en Atenea y parte de los poco más de 30 mil aspirantes que solicitaron su ingreso a la UABC para el segundo semestre de 2013. Todo lo que habían estudiado hasta ese momento dio un giro de 180 grados y algunos tenían serias dudas sobre las preguntas que les plantearían.
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La mañana del domingo 14 de julio una sensación de impotencia invadió a Atenea, quien ese día se enteró -por la lista de ingresos oficiales publicados por la UABC, en los que se omitió la puntuación final del examen formulado a los aspirantes- que ella y otros 13 mil jóvenes recién egresados de preparatoria no habían obtenido un lugar en la universidad pública bajacaliforniana.
Fue el apoyo de sus padres y familia lo que le permitió a la joven sortear la amarga noticia, quien inconforme con la decisión de las autoridades universitarias acudió a las oficinas de la institución para solicitar los motivos de su rechazo. Como respuesta a la solicitud, le entregaron un post-it donde le escribieron con plumón la puntuación del examen pero ningún argumento oficial o cifra umbral para no admitirla.
Decidida a obtener un lugar en la carrera de sus sueños, Atenea y otros 41 jóvenes que como ella no tuvieron cabida en las carreras de medicina, odontología, derecho, diseño grafico y deportes, entre otras, solicitaron a un juez federal un amparo para ocupar un espacio en la UABC y continuar con sus estudios, el cual les fue otorgado provisionalmente en tanto se resuelve el asunto de fondo. Los argumentos principales: haberles cambiado el examen y falta de transparencia en los resultados de admisión.
Fue así como el miércoles 7 agosto, el juez décimo cuarto de distrito le otorgó a Atenea y otros nueve estudiantes la suspensión definitiva de amparo, mientras que el juez décimo segundo, con sede en Baja California, les concedió la suspensión provisional a otros 32 jóvenes. En sus respectivas resoluciones los jueces ordenaron al rector de la UABC, Felipe Cuamea, así como al coordinador de Servicios Estudiantiles, Ángel Norzagary, la admisión de los jóvenes estudiantes en el presente periodo escolar –agosto- o en el inmediato posterior –febrero-, “según los espacios disponibles en los salones de clases, en la forma y términos a que todo alumno tiene derecho”.
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Martín Castillo es uno de los 10 jóvenes que obtuvo la suspensión definitiva de amparo para ingresar a la facultad de odontología. Al igual que Atenea, desde muy pequeño anhelaba con convertirse en dentista y finalizar una carrera universitaria. Tal vez porque su madre y tía son asistentes dentales y porque se trata del primer integrante de la familia que aspira a una carrera profesional.
Fue por eso que cuando el pasado 20 de julio el juez le concedió la suspensión provisional, el joven acudió casi de manera inmediata con las autoridades universitarias para informarles de la resolución judicial.
Junto con sus compañeros estudiantes, Martín se dirigió hasta las oficinas del Coordinador de Servicios Estudiantes de la UABC, Ángel Norzagaray, quien lejos de entablar un dialogo con ellos, los ignoró. Según Martín, cuando los jóvenes intentaron entregarle el documento en el que el Juez Federal ordenaba el ingreso de todos ellos, Norzagaray les dijo que era más entretenido leer el libro que en esos momentos tenía en su escritorio que el ordenamiento judicial.
“Me pareció una falta de respeto de su parte. Prácticamente nos ignoró”, dice Martín al ser entrevistado telefónicamente.
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A poco más de dos semanas de iniciados los cursos de inducción en la UABC para los alumnos de nuevo ingreso, ninguno de los jóvenes amparados ha podido ocupar un espacio en las aulas universitarias porque sus autoridades no lo han permitido, sostiene Daniel Solorio, abogado de los jóvenes estudiantes.
“Se han negado a acatar la resolución de los jueces por lo que ya está en trámite el incidente de desacato que, conforme al –artículo- 206 de la nueva Ley de Amparo, amerita de tres a nueve años de prisión”, indica el abogado.
Hugo Méndez Fierros, secretario de Imagen Institucional de la UABC, explicó que si bien los jueces han favorecido a estos jóvenes en sus resoluciones, lo cierto es que los juzgadores son claros al señalar que se les tendrá que dar un lugar siempre y cuando existan “espacios disponibles”.
“En los últimos años la UABC ha incrementado en más de un 100 por ciento su demanda de ingreso y lo cierto es que no tenemos más espacios disponibles”, advierte el funcionario universitario.
A pesar de los obstáculos, Atenea y Martín no pierden la esperanza de cumplir su sueño de ingresar a la universidad. Además de estar ilusionados en que se garantice el amparo y se les otorgue un cupo para este semestre, también quieren tener claridad cuáles fueron los criterios para la evaluación en la selección final. Ante la falta de publicación de los resultados de los exámenes de admisión, no queda claro cuál fue el razonamiento de exclusión de estos estudiantes.