EE.UU. y China ante una cumbre en el desierto que reverdezca sus relaciones.

EE.UU. y ChinaEl futuro de las relaciones entre EE.UU. y China se juega durante los próximos dos días en una recóndita hacienda del desierto californiano, un suntuoso refugio que acogerá una cumbre bilateral considerada histórica que podría sentar las bases de un nuevo equilibrio geopolítico internacional.

El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunirán el viernes y sábado en la propiedad Sunnylands, de la millonaria familia Annenberg en Rancho Mirage, en un intento de disipar las tensiones que han enturbiado los últimos meses las ya de por sí complejas relaciones entre las dos grandes potencias.

Sobre la mesa de trabajo estará el ciberespionaje, la economía, la desnuclearización de Corea del Norte, las disputas territoriales en el Pacífico asiático o el conflicto en Siria, según fuentes oficiales estadounidenses.

Más allá de los avances que se puedan acordar en asuntos puntuales, los analistas ven en este encuentro una oportunidad única para mejorar la comunicación entre esos gobiernos y superar un recelo mutuo que resucita fantasmas que parecían enterrados.

“La desconfianza china en EE.UU. se basa especialmente en los precedentes históricos. La desconfianza de EE.UU. en China se basa en las incertidumbres sobre el futuro”, según el director del John L. Thornton China Center, Kenneth G. Lieberthal, coautor de un informe reciente sobre desconfianza estratégica entre ambos países.

“Las relaciones actuales entre China y EE.UU. se encuentran en un momento crucial”, afirmó Xi en una reunión que mantuvo en mayo con un diplomático estadounidense, al tiempo que propuso dar una nueva dimensión a las mismas.

Desde Washington se confía en que Xi acuda a la cita con Obama con ganas de hablar con “franqueza” de sus discrepancias y establecer una relación personal más estrecha que favorezca el entendimiento y la cooperación entre ambos países.

Será la segunda vez que Obama y Xi se vean las caras en un año, si bien la última el líder asiático visitó Estados Unidos como vicepresidente de China. Xi asumió el poder en marzo pasado y se considera que tiene un perfil más internacional que su predecesor, Hu Jintao.

El espionaje cibernético con origen en China sufrido por organismos estatales y empresas de EE.UU. será uno de los escollos más importantes de la cumbre.

Washington exige a Pekín que ponga medidas para frenar esta piratería de la que responsabiliza al Gobierno chino, quien niega cualquier implicación.

El organismo federal de análisis estratégico National Intelligence Council afirmó recientemente que “China era de lejos el país más activo a la hora de robar propiedad intelectual de compañías de EE.UU.”.

En materia económica, se esperan avances en cooperación económica e inversión, y se mira con optimismo un posible acercamiento de posiciones frente a las ambiciones nucleares de Corea del Norte, cuyas actividades amenazan con desestabilizar la región del Pacífico oriental.

China, por otra parte, mantiene disputas territoriales con vecinos como Japón, India, Vietnam y Filipinas, aliados de un EE.UU. que mira con inquietud las aspiraciones del gigante asiático y ha manifestado su intención de aumentar su influencia en ese área, lo que a su vez alimenta los temores chinos.

Obama llegará hoy al norte de California para asistir a un evento en San José de recaudación de fondos para financiar campañas de senadores demócratas, y el viernes partirá hacia Rancho Mirage, en el sur del estado donde esperará la llegada de Xi.

Ambos tendrán un extenso encuentro el viernes, seguido por una cena privada, y retomarán sus reuniones el sábado.

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