La fiebre amarilla en Mier, Pasajes de la Historia del Pueblo Mágico.

Reseña fotográfica de construcciones, calles, casas, el río Álamo, fachadas, puertas, paisajes, etc., que nos narran el devenir de la historia de Cd. Mier.....
Reseña fotográfica de construcciones, calles, casas, el río Álamo, fachadas, puertas, paisajes, etc., que nos narran el devenir de la historia de Cd. Mier…..

Mier Tamaulipas: Mauricio Mancias.- Ahora que en Texas enfrentaron la peor epidemia del Virus del

Nilo, es bueno recordar la epidemia de la Fiebre Amarilla que diezmo a Mier en el verano y otoño de 1882. A la fiebre amarilla se le llama también Vomito Negro y Plaga Americana.

La fiebre amarilla en Mier

“Le dije a mi hermana Petra, vente, antes de que caliente más el día vamos a visitar a mi comadre Josefina, desde hacía dos o tres días están mala ella y su criatura, tienen mucha calentura. Tocamos y como nadie nos abría, nos metimos por atrás, por la cocina. Nos encontramos a mi comadre, hincada, devolviendo algo negro fuera de la bacinica, nos asustó mucho.  Tanto que Petra se salió asustada gritando, yo la agarré porque se movía mucho, estaba ardiendo en calentura, los ojos los tenía amarillos, amarillos y la cara roja, roja. La acosté en la cama y fui a traer agua, no le entraba, la lengua la tenía negra, en la cama se movía mucho y empezó a hacer ruidos raros. Agarré la criatura que no dejaba de llorar, me fui por el doctor y el padre de la iglesia, cuando regresamos, mi comadre estaba como muerta llorando lágrimas de sangre, la cara roja, roja y con la boca llena de sangre. La vio el doctor y salió corriendo, vámonos, vamos gritaba, trae la plaga. Mi viejo fue por mi compadre al rancho, cuando llegaron ya estaba muerta, la enterraron en el solar de atrás de la iglesia. A las dos o tres semanas nos enfermamos muchos en el pueblo con calentura, empezamos todos los de la orilla del arroyo de la Chalupa y del río Alamo, mi viejo se murió, mi compadre también. Vinieron por ellos en una carreta, allí llevaban siete u  ocho gentes, uno de ellos, yo oía como que se queja y lo vi que se movía, les dije a los de la carreta que traían en la cara paliacates empapados de agua ardiente y no me hicieron caso, dijeron que por órdenes del Jefe Político, se iban derecho al panteón, sin rezos, sin nada, solo con las sabanas manchadas de negro que los cubrían. Como ya estaba lleno el panteón, no alcanzaron tierra consagrada, se los llevaron a enterrar a la salida del pueblo, por allá donde se ponían a vender los ambulantes, sus mercancías.

Salir pa, la calle, pos no, no había nadie, cuando mucho hurracas muertas. Todos se fueron, pa los ranchos, pa Monterrey, pa Roma”.

 “Hay quienes cuentan que los enfermos sudaban amarillo y que cuando caminaban, dejaban huellas amarillas, yo eso no lo vi, ni siquiera orines. Yo sí vi el vomito y la caca negra. Y aquellos ojos perdidos, amarillos, amarillos.

También dijeron que en Matamoritos quemaron la casa de la familia de Nicolas Salinas y un jacal de peones, ya que adentro encontraron a todos muertos de fiebre amarilla. Del jacal ya no supe, pero al tío Nico, lo vimos después, triste porque se le murió su vieja y su caballerango, pero todos los demás dijo que estaban bien.”

“Y a nosotras, pos quien sabe, a nosotras ni nos pegó, o ni nos duró, dos o tres días con dolor de cabeza por la mortificación y tantita calentura. Recogimos a Pepita, que se quedo solita y ahí está, engorde y engorde”. 

José Rafael García Herrera (1856-1936) y María de los Ángeles Salinas Ramírez (1864-1958), se salvaron ellos y salvaron a sus hijos, yéndose a vivir al Rancho Los Olmos (rumbo al Nogalito), durante 8 meses. Esto mismo hicieron muchos mierenses. Vivían de lo que los ranchos producían. En este entonces, desconocían como se transmitía la fiebre amarilla, y su estrategia fue alejarse del pueblo y de los enfermos. Se comunicaban con los vecinos de los otros ranchos, de lejos, a gritos. Era su manera de enterarse de las novedades de Mier. Ellos comían venados, conejos, liebres, armadillos, chachalacas, nopales, tunas, pitayas, maíz, leche y frijol. Atrapaban tortugas de tierra, las cortaban con un hachazo y eran lo que comían sus perros.

Tuvieron la suerte que cerca de sus jacales, no había, ni ríos, ni arroyos, ni lugares en los que se pudieran reproducir los zancudos.

Notas.

La fiebre amarilla pegó en Mier, de agosto a noviembre de 1882, diezmó a la población que nunca la había padecido.

Volviendo al Virus del Nilo, para los que recuerdan, nosotros en Mier, padecimos una enfermedad similar hace 40 años, cuando la llamaron Encefalitis equina, misma que mató a muchos caballos y conejos. Solo que esta fue producida por un Alfavirus.

Como antecedente, el mosquito Aedes Aegypti, es uno de los vectores que transmiten ambas enfermedades. Estas enfermedades son flavivirosis, transmitidas por los mosquitos a las aves, a las persona y a los caballos. La forma de transmisión por picadura de mosquito, la descubrió el médico cubano Carlos J. Finlay en 1881, y la dio a conocer en un congreso Medico en Washington, pero desgraciadamente nadie le creyó hasta 1901.

Recomendación. Sí encuentras pájaros muertos, aunque no esté probado que estos pueden trasmitir la Fiebre del Nilo, es mejor recogerlos con guantes o con pala.

 

Especiales gracias a Cesar J. Garcia Guerra por enviar y compartir este relato sobre sucesos en el pueblo y la región que se escriben en la historia de nuestro querido Cd. Mier.

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