Mientras el 17 de mayo se sucedían en muchos lugares del mundo actividades para celebrar el Día Internacional contra la Homofobia, en Ecuador, Zulema Constante era raptada por su familia para internarla en un clínica de “deshomosexualización”.
El caso de Zulema no es el primero y desafortunadamente no será el último si se tiene en cuenta que en Ecuador, según cifras de las organizaciones defensoras de la comunidad LGBT, operan de manera clandestina más de 200 clínicas de “deshomosexualización”.
Los inescrupulosos dueños de estos centros le venden a los padres y familiares de personas con otra orientación sexual, la falsa idea de que ser gay es una enfermedad y que además, tiene “cura”. Así ocurrió con los padres de Zulema Constante, quien explica que la equivocada decisión de sus progenitores tiene origen en la ignorancia y la desesperación: “Mis padres en su ignorancia no midieron las terribles consecuencias que podría traer para mí, el que se me encerrara en un centro de este tipo”.
Historia de un rapto
La historia de éste secuestro familiar comenzó cuando Zulema decide sincerarse con su familia y contarles que mantenía una relación amorosa con otra chica. Zulema nunca imaginó las consecuencias que desencadenaría esta valiente decisión. El 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, como si de una ironía se tratara, los padres de Zulema la invitaron a almorzar y en el momento en el que la joven viajaba con su familia en el carro familiar, unos hombres en presencia de su padre, la obligaron a descender y a abordar otro automóvil que la llevaría al lugar donde la “curarían ”. Zulema acababa de ser raptada y llevada a una clínica al oriente del país.
La joven se resiste. Prueba de ello es el estado en el que quedó la camisa que llevaba ese día. Nadie quiso ayudarla a pesar de los desesperados gritos alertando sobre lo que pasaba y que, según Zulema, ignoraron todos los policías con los que se toparon en el camino: “En la carretera nos pararon algunas autoridades y a pesar de mis gritos y de decirles que era una persona mayor de edad, que no podían hacerme esto, los policías y las demás autoridades se hicieron los de la vista gorda porque mi padre había hecho uso de todas sus influencias para que no nos detuvieran”.
Un día de “rehabilitación”
Inmediatamente después que Zulema pisó la clínica en la que ingresaba para “curar” su homosexualidad, los encargados del centro le leyeron las reglas que debía cumplir.
Desde muy temprano, ella y las otras 9 internas tenían que repetir una rutina de rezos, trabajo de limpieza, deporte y charlas con el psicólogo. Los castigos se repetían, cuenta Zulema, castigos que iban desde trabajos duros de limpieza, tortura psicológica, agresión física y en algunos casos, abuso sexual.
“Yo fui tratada mejor porque era hija de una persona influyente pero eso no significa que no tuviera que hacer los trabajos duros que hacían las otras; fui humillada y me presionaron para que me declarara como una enferma de alcoholismo”.
Según relata Zulema, el centro es dirigido por “un tipo de pastor”, apoyado por médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales.
Un plan de rescate
Zulema fue rescatada por Cinthya, su novia, y por la rápida reacción de activistas pro derechos de la comunidad LGBT de Ecuador. La presidenta de la Asociación Mujer y Mujer, Lía Burbano, una vez se conoce la noticia del rapto de Zulema, se dirige a la Defensoría del Pueblo y al Comité de Derechos Humanos para pedir asesoría y apoyo.
El paso siguiente fue presentar la denuncia ante la fiscalía y simultáneamente se comenzó una campaña en twitter para dar con el paradero de Zulema.
Según Burbano, esto fue definitivo para confundir a la familia y gracias a la presión mediática poder obtener información sobre la ubicación de la clínica.
El escándalo fue creciendo y entonces, cuenta la misma Zulema, su padre comenzó a asustarse y le solicitó al director del centro que regresara a su hija a Guayaquil. Durante el viaje, Zulema logró convencer al chofer para que le prestará el teléfono y así pudo llamar a su novia y contarle que estaba de regreso, y presumiblemente hacia la casa de sus padres.
Rápidamente su novia, su abogada y las activistas de Mujer y Mujer trazaron el plan para interceptar el vehículo y liberar a Zulema. La chica y su novia inmediatamente dieron una rueda de prensa para denunciar ante la fiscalía y la opinión pública lo sucedido. Querían mostrarle al Ecuador y al mundo que este tipo de clínicas siniestras existen y que además siguen en aumento.