El debilitamiento del cordón litoral amenaza a 10 mil familias en Altamira y Madero, intensificando la crisis en zonas vulnerables.
La erosión costera continúa avanzando en Tamaulipas, con efectos devastadores para comunidades como Altamira y Madero, donde el cordón natural que protege a la laguna de Las Marismas ha perdido gran parte de su grosor. Según Miguel Ángel Verástegui, activista ambiental, la falta de este cordón abriría paso a la entrada de agua marina a las lagunas, afectando no solo a las viviendas cercanas, sino a unas 10 mil familias que habitan y dependen de la franja costera.
Las intensas lluvias y los huracanes recientes han acelerado el desgaste de este cordón natural, lo que preocupa a ambientalistas y residentes de la región. Desde 2013, se han observado fisuras en este dique natural, que alguna vez alcanzó una extensión de 10 kilómetros. “Actualmente, en algunos puntos solo queda un metro de ancho, mientras que en otros el cordón ha desaparecido por completo”, detalló Verástegui.
A esta situación se suma la erosión provocada por la construcción de escolleras en la región, las cuales, de acuerdo con el experto, están mal orientadas, generando remolinos en el agua que impiden el flujo de arena hacia las playas. Este fenómeno, aunque natural en parte, ha sido exacerbado por la intervención humana y representa una amenaza para las ciudades de Altamira y Madero, donde cada año se pierden entre 20 y 22 metros de costa.
RIESGO DE SALINIZACIÓN EN CUERPOS DE AGUA DULCE
El avance del agua salada hacia los principales cuerpos lacustres de la región, que incluyen las lagunas de Miralta, Champayán y Chairel, es otra de las preocupaciones. Estos cuerpos de agua, además de ser fuentes de agua potable, sustentan la economía local y la vida de las comunidades vecinas. Los ambientalistas advierten que la invasión de agua salada podría tener efectos irreversibles en la calidad del agua y el suministro para los habitantes de Altamira, Tampico y Madero.
“La salinidad en el subsuelo está siendo monitoreada, pues aún no se determina si el nivel de sal ha aumentado. Un incremento pondría en riesgo los mantos acuíferos que abastecen a la población”, señaló Verástegui.
MANGLARES: UN ESCUDO NATURAL AMENAZADO
Los manglares, que sirven como barrera natural frente a huracanes e inundaciones, también están en peligro debido al crecimiento urbano, las descargas industriales y el cambio climático. Estudios del Instituto de Ecología y Conahcyt indican que existen tres mil 664 hectáreas de manglar en la región, pero la contaminación y la invasión de humedales para urbanizar, especialmente en áreas como Altamira, los ponen en riesgo.
Activistas, como Miriam Huberman, advierten sobre el impacto de fenómenos meteorológicos cada vez más severos en estas zonas. Recordó el paso del huracán Alberto, que dejó en evidencia la vulnerabilidad de la región frente al aumento de niveles de agua.
La pérdida de manglares y la erosión del cordón litoral no solo afectan el entorno natural, sino que ponen en peligro la vida de miles de personas que habitan estas áreas costeras. La urgencia de medidas de conservación es una realidad en la que Tamaulipas no puede esperar.
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