Casas destruidas, calles bloqueadas, ropa de niños amontonada, ligero olor a putrefacción, y 40 habitantes que siguen en sus hogares fue lo que encontró el presidente Enrique Peña Nieto al hacer un recorrido en la comunidad de la Pintada, en la sierra de Guerrero.
Una mujer recuerda que fueron dos deslaves los que ocurrieron hace una semana. Ella salió de su casa con sus tres hijos pequeños, y dijo, “me quede quieta viendo como el lodo se llevaba otras casas”.
El primer mandatario se reunió en el kiosko del poblado con las pocas personas que permanecen en esa comunidad que ya está deshabitada. Ahí, prometió oficialmente que se creará “La Nueva Pintada”, en un lugar seguro, donde los habitantes sigan con su producción de café.
Al hacer el recorrido se observa que uno de las puntas de la montaña se desprendió, y miles de toneladas de su tierra mojada se deslizó sobre las casa de madera y tabique que se encontraban en la ladera.
Según el comisario del pueblo existe una altitud de 15 metros de tierra café sobre las rústicas viviendas, por lo que se hace casi imposible el rescate de los cuerpos sepultados.
En ese lugar, se logra ver casas enterradas, algunos techos a la altura del piso; en otros lados, no se observa ninguna vivienda, solo decenas de metros de lodo ya casi seco donde se puede ya caminar.
Las mujeres y hombres que buscan a sus familiares con el apoyo de soldados del Ejército y la Marina, pidieron al presidente de la República, que los apoye ya que producen café y no tiene qué comer.
Peña prometió ayudarlos en todo, pero les pidió que salgan del pueblo ya que no hay condiciones de vida. Les solicitó resguardarse en los albergues de Atoyac de Álvarez y en Acapulco.