Bogotá.— El gobierno colombiano anunció ayer la muerte de nueve guerrilleros que se marginaron del pacto de paz, al día siguiente de ordenar una ofensiva contra el levantamiento armado de un grupo de excomandantes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Los rebeldes pertenecían a la disidencia de esa organización y fueron abatidos en una operación ordenada por el presidente Iván Duque.
De acuerdo con el ministro de Defensa, Guillermo Botero, el ataque se produjo en una zona rural de San Vicente del Caguán, un municipio del sur de Colombia.
“Los delincuentes están advertidos: se entregan o serán vencidos”, tuiteó el funcionario.
Entre los muertos está Gildardo Cucho, cabecilla de la estructura atacada, precisó Duque Márquez en una declaración en Sincelejo.
“Autoricé (…) adelantar una operación ofensiva contra esta cuadrilla de delincuentes narcoterroristas, que son residuales de lo que se conocía como las FARC, y que forman parte de las estructuras criminales que pretenden desafiar a Colombia”, indicó.
El presidente agregó que el golpe militar es un “mensaje clarito” a los líderes de la antigua guerrilla, que la víspera anunciaron su regreso a las armas, alegando “la traición” de los acuerdos de paz, suscritos en 2016, que condujeron al desarme del grueso de las FARC y su ingreso a la política como partido.
“[Gildardo Cucho era] un criminal dedicado al narcotráfico, al secuestro, a la intimidación de líderes sociales y que pretendía hacer parte de esa estructura amenazante que ayer [jueves] se presentaba al país como una nueva guerrilla, cosa que no es”, dijo.
El mandatario presentó la operación, que describió como “meticulosa, impecable y con todo el rigor”, como un aviso dentro de la campaña que lanzó hace dos días contra Iván Márquez, exnúmero dos de las antiguas FARC, otros mandos y la rebelión armada.
Iván Márquez, exjefe negociador del acuerdo que pretendía acabar con un conflicto de más de medio siglo con cientos de miles de víctimas, reapareció vestido de militar, flanqueado por 17 hombres y mujeres con fusiles y una pancarta en la que se leía: “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-EP”. Duque ofreció recompensas de 880 mil dólares por cada uno.
Por ello, el presidente ordenó la creación de una unidad especial para perseguir a los exguerrilleros que, según él, cuentan con el “albergue y apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro” en Venezuela.
El mandatario de ese país afirmó que su gobierno emprenderá “todos los esfuerzos necesarios” para que se reanuden las conversaciones en Colombia.
Antes, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, dijo que el rearme de un grupo de líderes disidentes de las FARC es “exclusiva responsabilidad” del presidente Duque.
Aunque el grueso de las FARC se desmovilizó, unos 7 mil y hombres y mujeres, quedaron activas disidencias en proceso de expansión.
Márquez anticipó que buscará coordinar esfuerzos con aquellos que “no han plegado sus banderas”, así como con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en Colombia con un número similar de tropas que los también llamados desertores.
El gobierno de Paraguay condenó “las amenazas” de varios exjefes disidentes.